La pobre taquilla de Elio enciende las alarmas en Pixar, mientras la industria se replantea si apostar por ideas nuevas sigue valiendo la pena
¿Se puede fracasar haciendo las cosas bien? Pixar acaba de comprobar que sí. Elio, su última película original, se ha estrenado con apenas 21 millones de dólares recaudados, el peor debut en la historia del estudio. Y aunque la crítica ha sido amable (84% en Rotten Tomatoes), el batacazo comercial ha sido un golpe directo al corazón de una compañía que alguna vez fue sinónimo de creatividad y éxito.
El desplome no solo ha sacudido a Pixar, sino que ha hecho temblar los cimientos de la animación original en Hollywood. Analistas como Doug Creutz lo tienen claro: “Los estudios dejarán de apostar por películas de animación originales si el público las sigue ignorando”. La culpa, dice, no es solo de los ejecutivos, sino también de una audiencia cada vez más cómoda con lo conocido.
Elio, Pixar y el difícil futuro de la animación original
Desde 2022, las cifras no mienten: las películas animadas originales de Disney, Pixar, Universal e Illumination han generado una media de 412 millones de dólares a nivel global, mientras que las secuelas han doblado esa cifra, con una media de 844 millones. Para colmo, Super Mario Bros. La película —que muchos meten en el saco de “originales”, aunque esté basada en una franquicia de videojuegos de los 80— se fue por encima de los 1.360 millones.
Ese desequilibrio es brutal y tiene efectos más allá de las salas de cine. Como apuntan desde Bloomberg, cada nueva película animada de Disney está diseñada para alimentar un ecosistema completo: entradas a parques temáticos, juguetes, ropa, contenido digital, videojuegos… Elio no solo ha fallado en taquilla, sino en todo ese engranaje comercial que depende del impacto del filme.
Pero el problema no se limita al dinero. Hay una crisis creativa que empieza a asomar en Pixar. Mientras estudios como Sony apuestan por estilos radicalmente nuevos (Spider-Verse, Mutant Mayhem), Pixar se mantiene fiel a una estética que, aunque bien ejecutada, muchos consideran “anticuada” o “aburrida”. En redes, no pocos usuarios han señalado que Elio se ve demasiado genérica, visualmente “plana” para una historia que pedía algo más atrevido.
Y es que Elio tenía potencial. Su historia tenía corazón, emoción y un mensaje potente. Pero su envoltorio no acompañaba. En un mundo donde la animación compite con videojuegos hiperrealistas, reels vertiginosos y propuestas cada vez más rompedoras, lucir como siempre puede ser una sentencia de muerte.
¿Hay esperanza para la animación original?
Esto nos deja en una encrucijada complicada. ¿Qué pasa si el público solo responde ante secuelas, remakes o franquicias reconocidas? Las grandes ideas nuevas no tendrán futuro si nadie las va a ver. Y los estudios, que ya están bastante reacios a arriesgar, se limitarán a repetir fórmulas probadas.
Creutz lo resumió sin rodeos: “Sin nuevas IP que funcionen, no hay crecimiento a largo plazo”. Es una pescadilla que se muerde la cola: sin ideas frescas, no hay universo que expandir; pero sin ingresos, no hay margen para probar cosas nuevas.
Sin embargo, el panorama no tiene por qué ser tan oscuro. Casos como Spider-Verse o incluso Red (otra de Pixar, aunque menos popular) han demostrado que hay hueco para propuestas distintas, siempre que se arriesgue también en el cómo, no solo en el qué.
Quizá Pixar necesite lo que ya hizo una vez en el pasado: reinventarse. Lo hizo con Toy Story, lo repitió con Wall·E o Inside Out, y podría volver a hacerlo si se atreve a soltar un poco su “look corporativo” y volver a dejarse llevar por la sorpresa, la experimentación y, sobre todo, la emoción de contar algo nuevo de una forma también nueva.