El creador de Nier se pronuncia con dureza sobre la censura encubierta en la industria del videojuego
Cuando pensábamos que los límites del control sobre los contenidos ya estaban bastante claros, Steam ha encendido una nueva alarma. La popular plataforma de videojuegos ha comenzado a retirar títulos con contenido adulto legal, y no por un cambio de política interna, sino por presiones externas… de quienes controlan los pagos.
El lado oscuro de las pasarelas de pago
Visa, MasterCard, PayPal y compañía no solo mueven el dinero del mundo, también, según Yoko Taro, podrían estar decidiendo qué se puede ver, jugar o vender. Para el director de Nier Automata, esta práctica va mucho más allá de la censura del contenido adulto: “Si puedes controlar a las compañías de pago, puedes censurar incluso la libertad de expresión de otro país”.
Y no es ninguna exageración. Taro alerta de que esto ya no es solo un problema de qué juegos se publican o no, sino un posible agujero en los principios democráticos. “Siento que no se trata solo de censurar contenido adulto o de poner en riesgo la libertad de expresión, sino de un fallo de seguridad que pone en peligro la democracia misma”, sentenció en redes sociales.
La decisión no fue de Valve
Valve, la empresa detrás de Steam, confirmó que este movimiento se debe a que sus procesadores de pago les notificaron que ciertos juegos podrían violar las normas de sus bancos y redes de tarjetas asociadas. ¿El resultado? Casi un centenar de títulos desaparecidos. No hay vetos directos desde el gobierno, ni una ley concreta. Solo una serie de decisiones privadas que afectan a una plataforma global.
Este caso recuerda que, aunque un contenido sea perfectamente legal en un país, si las empresas que gestionan el dinero deciden bloquearlo, el acceso se vuelve imposible. Una forma de censura silenciosa pero extremadamente efectiva.
El activismo conservador, detrás de todo
Una organización australiana llamada Collective Shout, que se presenta como un movimiento “contra la cosificación de la mujer y la sexualización de las niñas”, ha reivindicado su papel en este giro de política de Steam. No es la primera vez que logran algo así: ya presionaron con éxito para retirar GTA V de tiendas como Target y Walmart en Australia.
Lo preocupante es que, según Yoko Taro, estas decisiones no afectan solo a los videojuegos con contenido sexual explícito, sino que sientan un precedente muy peligroso: empresas privadas no elegidas democráticamente, tomando decisiones que modelan lo que se puede consumir culturalmente en el mundo.
¿Y ahora qué?
Aunque Steam ha asegurado que sigue ofreciendo los mejores títulos de su catálogo, la sombra de esta polémica ya planea sobre otras plataformas. ¿Qué pasará si este tipo de bloqueos se extiende a otros géneros o temáticas? ¿Y si mañana las compañías de pago deciden que un juego violento, político o LGBTQ+ también infringe sus estándares?
La industria del videojuego vive un momento delicado, y cada decisión como esta abre nuevas heridas. No solo afecta a desarrolladores independientes que apuestan por propuestas más arriesgadas, sino a todos los usuarios que ven cómo su libertad de elegir empieza a encogerse sin previo aviso.
Libertad de expresión en videojuegos, un debate necesario
La reflexión de Yoko Taro no es aislada. Otros creadores japoneses han manifestado en ocasiones su incomodidad ante las presiones internacionales que afectan a sus obras, sobre todo cuando se trata de adaptar contenido a mercados más estrictos. Mientras tanto, plataformas como Itch.io siguen siendo refugios para desarrolladores que buscan escapar de estas limitaciones, aunque con un alcance mucho menor que Steam.
Comparado con otros medios, el videojuego aún lucha por ser reconocido como una forma de arte madura y compleja. Pero mientras las decisiones comerciales sigan por delante de los principios creativos, la censura puede llegar no desde arriba, sino desde la pasarela de pago.
