Guillermo del Toro por fin cumple su sueño con Frankenstein

frankenstein Guillermo del Toro
Panini

El director mexicano transforma el mito clásico en un drama gótico de dolor y belleza

Durante más de 30 años, Guillermo del Toro ha perseguido una obsesión: dar vida a su propia versión de Frankenstein. Ahora, tras décadas de intentos frustrados y proyectos cancelados, su sueño se materializa con un estreno de lujo en el Festival de Venecia, antes de llegar a los cines el 17 de octubre y posteriormente a Netflix el 7 de noviembre.

Lo que más sorprende es que del Toro no ve a Frankenstein como un relato de terror clásico, sino como una biografía íntima sobre padres e hijos, una historia marcada por el legado del dolor familiar. En sus palabras: “Es un canto a la experiencia humana. No es un aviso sobre la ciencia, sino una reflexión sobre el perdón y la comprensión”.

Frankenstein de Guillermo del Toro

El reparto principal lo encabeza Oscar Isaac como Victor Frankenstein, acompañado por Charles Dance en el papel de su cruel padre, mientras que Jacob Elordi interpreta a la criatura. El propio director confesó que eligió a Elordi tras ver Saltburn, destacando la humanidad que transmiten sus ojos. El diseño del monstruo, lejos de los tradicionales tornillos y cicatrices, busca parecer un rompecabezas estético, casi como una obra de arte, más bello que aterrador.

A nivel visual, del Toro apuesta por la artesanía clásica del cine: escenarios construidos a mano, accesorios pintados por él mismo y un rechazo rotundo al uso de IA o efectos digitales excesivos. El resultado promete una atmósfera operática, donde la creación del monstruo se convierte en un auténtico espectáculo, un vals de locura y belleza, más cercano a un concierto que a una tormenta de rayos.

Un proyecto que marcó su vida

La relación de del Toro con esta historia viene de su infancia, cuando vio la película de 1931 dirigida por James Whale. Aquel visionado fue, según sus palabras, un momento espiritual en el que se identificó con la criatura como un ser marginado. Esa huella lo llevó a introducir elementos de Frankenstein en gran parte de su filmografía: Cronos, Blade II o incluso Hellboy.

Aunque en un principio Universal rechazó el proyecto, el director no se rindió. Netflix finalmente apostó fuerte, invirtiendo 120 millones de dólares en la producción y ofreciendo incluso un estreno limitado en salas antes de su llegada a la plataforma. Un gesto que refuerza la importancia cultural y comercial de la obra.

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Un Frankenstein distinto al de siempre

La visión de del Toro se distancia de la mayoría de adaptaciones que subrayan los peligros de la ciencia descontrolada. Para él, Frankenstein es más un relato de familia que de miedo, una especie de espejo de Pinocho en clave oscura. El vínculo entre creador y criatura se presenta como una relación tóxica de padre e hijo, cargada de dolor heredado.

El director también buscó un Victor Frankenstein diferente: nada de científicos locos encerrados en laboratorios, sino un genio carismático, casi un rockstar romántico. En este sentido, Oscar Isaac encarna esa mezcla de talento, seducción y arrogancia que del Toro quería imprimir en su protagonista.

Guillermo del Toro

Lo que nos espera

La cinta tendrá un recorrido poco habitual: primero pasará por Venecia, después tres semanas exclusivas en cines y finalmente desembarcará en Netflix, que incluso planea un lanzamiento físico, como ya hizo con Pinocho. Se trata de un movimiento que equilibra la ambición artística con las exigencias del mercado, garantizando que la película llegue tanto al gran público como a los coleccionistas.

Tras décadas de espera, Guillermo del Toro entrega la obra que define su carrera. Puede que no convenza a todos con su mirada poética y emocional, pero sin duda marcará un antes y un después en la forma de entender al monstruo de Mary Shelley. Y, como él mismo admite, lo único que le importa es contar esta historia en sus propios términos.

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