Lo más curioso es que Schreier no venía de dirigir grandes superproducciones, pero esa aparente desventaja se convirtió en un punto a su favor. Al tratarse de un título menos familiar para el gran público, tuvo margen para arriesgar y dar personalidad a unos personajes que, en muchos casos, eran secundarios hasta ahora. Su visión no consistió en ignorar las reglas del UCM, sino en usar esas limitaciones como palanca para innovar dentro de un universo compartido.
La prueba de confianza no se queda solo en Thunderbolts. El propio Schreier ha confirmado que Marvel lo ha fichado para otro proyecto todavía más grande: los X-Men, una de las franquicias más queridas y con mayor peso en la editorial. Que le den ese salto ya habla de lo satisfechos que quedaron con su forma de trabajar.
Además de los regresos de Florence Pugh, Sebastian Stan o David Harbour, la película amplía el reparto con Lewis Pullman, Geraldine Viswanathan, Chris Bauer y Wendell Edward Pierce, que se suman por primera vez al UCM. La mezcla promete dinamitar las dinámicas clásicas de grupo que solemos ver en los Vengadores.
Si logra que el film brille por sí mismo, Marvel podría recuperar parte de la chispa que muchos fans dicen haber echado de menos desde Avengers: Endgame. La diferencia, como recuerda Schreier, es que “cuando no hay tantas expectativas, puedes permitirte más locuras.”
Si algo nos deja claro este proyecto es que Marvel sigue experimentando, incluso cuando parece que todo está escrito. La verdadera diferencia estará en si el estudio deja que estas apuestas sigan marcando el rumbo o si volverán al piloto automático.