Lo que hoy parece normal —películas de superhéroes llenando cines y plataformas— tuvo un arranque muy distinto. En 1998, Blade se convirtió en el segundo largometraje de Marvel en acción real, tras el fiasco de Howard the Duck de 1986. Con Stephen Norrington en la dirección, Snipes encarnó a un héroe mestizo, mitad humano, mitad vampiro, armado con espadas y gadgets futuristas. Nadie esperaba demasiado… pero fue un pelotazo.
El éxito llevó a dos secuelas: Guillermo del Toro se encargó de Blade II en 2002, con un tono más oscuro y visualmente potente, mientras que en 2004 llegó Blade: Trinity, firmada por David S. Goyer. La saga no solo recaudó millones en taquilla: abrió camino a que Sam Raimi pudiera filmar su trilogía de Spider-Man y que Fox apostara por los X-Men. Sin Blade, el boom superheroico tal y como lo conocemos quizá se habría retrasado años.
Marvel incluso se ha permitido introducir una variante del personaje en la serie animada Marvel Zombies, pero sin la voz de Ali. En su lugar estará Todd Williams. Todo esto alimenta la incertidumbre de los fans, que ven cómo el cazador de vampiros del UCM no termina de despegar.
El propio Ali, pese a la incertidumbre, mantiene el optimismo. En junio declaró: “Me encantaría que el reboot sucediera. Ya veremos. No sé dónde está Marvel ahora mismo.” Sus palabras reflejan la realidad: nadie sabe si el reboot será un renacimiento glorioso o un proyecto condenado a perderse en las sombras.