El legendario ilustrador, Drew Struzan, cuya obra definió el cine de los 80 y 90, fallece a los 78 años
Pocos artistas lograron capturar la magia del cine como lo hizo Drew Struzan. Su trazo era inconfundible: héroes de mirada firme, luces que parecían respirar, y esa mezcla de realismo y fantasía que convertía cada póster en una promesa de aventura. El artista estadounidense, responsable de las imágenes más icónicas de la historia del séptimo arte, ha fallecido a los 78 años, dejando tras de sí un legado que marcó a generaciones enteras de cinéfilos.
La noticia fue confirmada a través de su cuenta oficial de Instagram, en un comunicado firmado por “Greg”, muy probablemente Greg Boas, productor del documental Drew: The Man Behind the Poster (2013). “Es con gran pesar que debo deciros que Drew Struzan nos dejó el 13 de octubre. Sentía una profunda alegría al saber cuánto apreciabais su arte”, dice el texto. Aunque no se ha revelado la causa de la muerte, su esposa, Dylan Struzan, había informado tiempo atrás que el artista padecía Alzheimer.
Drew Struzan, el arte del cine hecho pintura
Desde los años setenta, Struzan se convirtió en el rostro invisible del Hollywood más mítico. Detrás de muchos de los pósters que adornaban videoclubs y habitaciones adolescentes estaba su pincel. Su talento consistía en resumir una historia entera en una sola imagen, sin necesidad de palabras.
Entre sus obras más reconocidas se encuentran los carteles de Star Wars, Indiana Jones, E.T. el extraterrestre, Regreso al futuro, Los Goonies, Blade Runner o La cosa. También firmó ilustraciones para Coming to America, Los Teleñecos, Hellboy y hasta portadas de cómics como Action Comics #800 de Superman, publicada en 2003.
Struzan supo fundir la estética clásica con el dinamismo moderno, creando una identidad visual que trascendió épocas y estudios. George Lucas, Steven Spielberg, Guillermo del Toro y otros directores lo consideraban parte fundamental del proceso creativo de sus películas.
Su estilo, basado en el collage pictórico, evocaba los viejos carteles pintados a mano, pero con una sensibilidad contemporánea. Cada retrato suyo transmitía carácter y emoción, un eco del espíritu aventurero del cine que lo inspiraba. En una era dominada por el diseño digital, Struzan se mantuvo fiel a su técnica artesanal, lo que lo convirtió en un símbolo de autenticidad dentro de la industria.
El último maestro del póster
A lo largo de más de cuatro décadas, Struzan trabajó en más de 150 películas. Aunque se retiró oficialmente en 2008, nunca dejó de pintar por encargo o de participar en ediciones especiales y homenajes. Sus obras siguen expuestas en galerías de todo el mundo y han sido recopiladas en varios libros de arte, convertidos ya en piezas de coleccionista.
Para quienes crecieron en los 80 y 90, sus pósters eran una ventana mágica: cada estreno con una firma de Struzan era garantía de que algo grande estaba por llegar. Su legado continúa inspirando a artistas gráficos, diseñadores y directores de arte que aún estudian su forma de equilibrar luz, color y composición.
Más allá del lienzo
El propio Struzan solía decir que su objetivo no era solo vender una película, sino contar una historia que emocionara. Y vaya si lo logró. Sus obras no solo adornaron marquesinas: definieron una era donde el cine se vivía como un acontecimiento colectivo, un ritual en el que la imaginación lo era todo.
Hoy, su influencia se percibe en artistas como Paul Shipper o Kyle Lambert, que han heredado su estilo para nuevas generaciones de fans. Incluso sagas recientes como Star Wars: El despertar de la Fuerza o Stranger Things han rendido homenaje a su estética, imitando el espíritu que él inmortalizó.
Drew Struzan en la memoria
Aunque Drew Struzan ya no esté, su arte seguirá proyectándose cada vez que alguien recuerde a Indiana Jones alzando su látigo, a Marty McFly mirando su reloj o a Luke Skywalker blandiendo su sable de luz. Su obra no necesita créditos: basta una mirada para saber que es suya.
El mundo del cine pierde a un artista irrepetible, pero su trazo permanecerá en la memoria colectiva como la firma visual de los sueños que marcaron una época.


