La tercera entrega de la saga cibernética de culto apenas roza los 60 millones en su estreno mundial
Cuando Disney decidió resucitar la franquicia Tron con Tron: Ares, lo hizo con la intención de devolver a la saga su estatus de icono de ciencia ficción. Sin embargo, el estreno ha tenido un arranque muy por debajo de lo esperado: solo 60 millones de dólares en todo el mundo durante su primer fin de semana.
El film, dirigido por Joachim Rønning (Piratas del Caribe: La venganza de Salazar) y protagonizado por Jared Leto en el papel del misterioso Ares, parecía tener todos los ingredientes para triunfar: un presupuesto descomunal, nostalgia ochentera y efectos visuales de infarto. Pero la realidad de la taquilla ha sido mucho más fría.
Según datos de Variety, Tron: Ares ha recaudado 33,5 millones en Estados Unidos y 27 millones en el resto del mundo, quedándose 25 millones por debajo del límite inferior de las previsiones iniciales. La película aspiraba a alcanzar entre 85 y 95 millones en su debut global, pero ni siquiera se ha acercado.
Y lo más preocupante para Disney es que ni siquiera ha superado con claridad a su predecesora: Tron: Legacy (2010) debutó con 44 millones solo en EE.UU., mientras que Ares ha necesitado la taquilla mundial entera para llegar a esa cifra.
Un arranque que no rompe el ciclo
El nuevo capítulo del universo digital no ha logrado romper el “bug” histórico de la franquicia, que desde 1982 lucha por equilibrar sus presupuestos multimillonarios con un público limitado. Tron, la original de Steven Lisberger, costó 17 millones y recaudó apenas 50. Tron: Legacy subió la apuesta con 170 millones de presupuesto y alcanzó unos 400 millones, pero tampoco fue considerada un éxito rotundo.
Con Ares, Disney ha ido más lejos aún: entre 180 y 200 millones invertidos, sin contar la promoción. Eso significa que, para cubrir costes, necesitaría al menos 450 o 500 millones en taquilla mundial, algo que ahora parece una utopía.
Críticas divididas, público satisfecho
El recibimiento crítico tampoco ayuda. En Rotten Tomatoes, Tron: Ares se queda en un 57% de aprobación, con reseñas que elogian su estética pero critican su narrativa dispersa. Sin embargo, el público la valora mejor: B+ en CinemaScore y 87% en el “Popcorn Meter”.
Esto abre una puerta a la esperanza. El fandom de Tron nunca ha sido masivo, pero sí leal. Si el boca a boca se mantiene, la película podría convertirse en un éxito tardío en streaming y formato doméstico, tal y como ocurrió con Legacy, que años después alcanzó estatus de culto gracias a su banda sonora de Daft Punk y su universo visual.
La estética de la red sigue viva
En lo visual, Tron: Ares es un festín de neones, geometrías imposibles y batallas dentro del ciberespacio. Jared Leto, acompañado por Greta Lee, Evan Peters y Jodie Turner-Smith, se mueve entre una trama que mezcla IA, rebelión digital y dilemas existenciales sobre lo que significa ser humano.
El director Joachim Rønning intenta equilibrar acción con introspección, ofreciendo un tono más filosófico que sus antecesoras. Pero para muchos espectadores, el resultado ha sido una película hermosa pero fría, más preocupada por lucir su motor gráfico que por conectar emocionalmente con la audiencia.
Una franquicia que no se rinde
A pesar del tropiezo, el mundo de Tron no parece destinado a desaparecer. Disney sabe que tiene un universo visual reconocible y un fandom activo, lo que la convierte en una mina de potencial transmedia: videojuegos, series, experiencias VR y merchandising que podrían mantener viva la marca más allá del cine.
De hecho, los rumores sobre un posible Tron 4 siguen circulando, aunque todo dependerá de cómo evolucione Ares en las próximas semanas y en Disney+. Si el público reacciona positivamente en plataformas, no sería la primera vez que un fracaso en taquilla se convierte en un éxito de culto digital.
Entre el culto y el colapso
El caso de Tron: Ares refleja algo más grande: la crisis de los blockbusters de medio rango, esos proyectos que no alcanzan el atractivo global de un Avengers ni la contención de un filme independiente. Disney apostó por un producto estéticamente arriesgado, pero en un mercado saturado y con espectadores divididos, la nostalgia ya no garantiza beneficios.
Aun así, el legado de Tron sigue intacto. La franquicia siempre fue un símbolo de innovación, de soñar en código y desafiar la pantalla, y Ares mantiene esa chispa, aunque el público no haya respondido con la misma pasión. Tal vez, como en la propia red, Tron solo necesita tiempo para volver a reiniciarse.


