Lo más llamativo es que Trachtenberg confirma que la historia se ambienta incluso después de Alien Resurrection, que transcurre en el año 2381. Traducido a algo entendible: Badlands está rondando, o superando, la frontera del año 2400. Un salto temporal enorme que tiene consecuencias interesantes. Por ejemplo, en Resurrection nos enteramos de que Weyland-Yutani ya había sido comprada por Walmart, detalle revelado entre bromas a Ripley 8. Sin embargo, en Badlands, la corporación vuelve a estar presente… lo que sugiere que o la marca ha resurgido o nunca se extingue del todo. Las megacorporaciones son como las cucarachas: sobreviven a todo.
Además, esta ubicación temporal confirma otro detalle: la humanidad sigue viviendo en la Tierra. Parece que, contra todo pronóstico, no la hemos reventado del todo en cuatro siglos. Ya es un logro.
Trachtenberg parece apostar por algo más íntimo, casi contracultural dentro del blockbuster moderno: una peli que es lo que es, sin grandilocuencia, sin prometer un universo entero detrás. Badlands se disfruta como un coming-of-age con esteroides, con acción salvaje, criaturas brutales y ese encanto de ciencia ficción sucia que tanto caracteriza al universo de Alien y Predator.
Y sinceramente, quizá sea lo mejor. A veces lo más refrescante no es saber dónde encaja una historia… sino que no necesite encajar en ninguna parte.