El legendario rostro de Batman Forever y Top Gun deja un vacío en Hollywood tras una intensa carrera
En un mundo lleno de estrellas del cine, pocos alcanzan a brillar tanto como lo hizo Val Kilmer durante las décadas de los 80 y 90. Desde encarnar al carismático Jim Morrison en la película The Doors de Oliver Stone, hasta convertirse en el guardián enmascarado de Gotham en Batman Forever, este actor californiano supo ganarse el corazón de los fans con su versatilidad. A lo largo de los años, su nombre fue sinónimo de éxitos taquilleros y papeles memorables que aún hoy se recuerdan con nostalgia.
A pesar de su imagen de chico rubio y atractivo, Kilmer no se limitó a encasillarse. En producciones como Real Genius y Top Secret!, demostró una faceta cómica que contrastaba con la intensidad dramática que luego veríamos en Tombstone, donde interpretó al inolvidable Doc Holliday. Sin embargo, su vida personal y los rumores sobre un carácter difícil también lo acompañaron, generando tantos titulares como lo hicieron sus éxitos cinematográficos.
El pasado martes, Los Ángeles se estremeció con la noticia de la muerte de Kilmer a los 65 años, un desenlace que dejó a muchos incrédulos. Aunque durante años peleó contra un cáncer de garganta que complicó su salud, fue finalmente una neumonía la que se llevó al talentoso artista, según informó su hija Mercedes a los medios. Sus representantes no tardaron en compartir su pesar, al tiempo que innumerables homenajes comenzaron a surgir en redes sociales.
Lejos de esa imagen pública de estrella que nunca se mostraba frágil, Kilmer permitió ver su lado más humano en Val, el documental de 2021 en el que se utilizó metraje casero y la voz de su hijo para narrar la historia. En aquellas imágenes, se percibía a un hombre reflexivo, con un espíritu creativo y un marcado amor por la actuación. Irónicamente, ya apenas podía hablar, algo que quedó en evidencia cuando volvió en 2022 para un breve cameo en Top Gun: Maverick.
Para muchos fans, su participación en la secuela de Top Gun fue un guiño a aquella época dorada del cine de acción de los 80. Sin embargo, no podemos olvidar que su ascenso a la fama fue tan meteórico como polémico. Kilmer pasó de rechazar un papel en The Outsiders de Francis Ford Coppola a protagonizar películas icónicas. Y así, mientras Tom Cruise volaba alto en Top Gun, el rubio actor se aseguraba un lugar en la memoria colectiva como Iceman, el rival y eventual compañero de Maverick.
Un rebelde en la industria
Uno de los hitos más comentados de su carrera fue su controversial paso por Batman Forever (1995), dirigida por Joel Schumacher. Las críticas hacia su interpretación del Caballero Oscuro fueron mixtas, pero lo situaron en la élite de Hollywood. De hecho, la producción siguiente, Batman & Robin, cambió de protagonista y trajo a George Clooney, dejando a Kilmer fuera del traje. Ese cambio se atribuyó tanto a problemas de agenda como a la fama del actor de ser complicado en el set.
Un claro ejemplo de estos roces ocurrió en La isla del Dr. Moreau (1996), cinta donde coincidió con Marlon Brando. El rodaje se convirtió en un auténtico caos, con leyendas urbanas sobre la constante ausencia de Brando y las tensiones con el director John Frankenheimer. La situación llegó a tal punto que Frankenheimer se refirió a Kilmer de forma poco halagadora, admitiendo que jamás volvería a trabajar con él.
Trayectoria cargada de momentos inolvidables
Aun con esa reputación de ser volátil, no se puede negar la calidad interpretativa que lució en clásicos como Heat (1995), donde compartió pantalla con Al Pacino y Robert De Niro, o en Tombstone, donde regaló al público un Doc Holliday sarcástico y lleno de matices. También destacó en películas como Willow, donde conoció a quien sería su esposa, la actriz Joanne Whalley, con quien tuvo dos hijos y de la que se divorció en 1996.
Fuera de los grandes estudios, Kilmer exploró papeles más independientes, e incluso se atrevió con la animación prestando su voz en El príncipe de Egipto (1998). Con el tiempo, su presencia en producciones de gran presupuesto disminuyó, quizás por su temperamento o por las apuestas arriesgadas que tomó en su carrera, como su participación en la fallida Alexander (2004) de Oliver Stone.
No obstante, para cualquiera que investigue su biografía, salta a la vista la devoción que sentía por la actuación desde muy joven. Estudió en la prestigiosa Juilliard School y pisó las tablas de Broadway antes de probar suerte en Hollywood. Sus orígenes humildes en el barrio de Chatsworth, en Los Ángeles, le imprimieron una actitud rebelde, que a veces chocaba con el ecosistema más estructurado de los rodajes.
Del mito a la realidad
Enfrentado a problemas de salud durante varios años, Kilmer prefirió mantener en reserva el alcance de su enfermedad, en parte influenciado por sus creencias como científico cristiano. Cuando Michael Douglas hizo público que Kilmer luchaba contra un cáncer, el actor respondió de manera evasiva, procurando proteger su intimidad. Solo el tiempo confirmaría las sospechas, dado que la enfermedad lo llevó a perder la voz casi por completo.
Su historia, sin embargo, no se reduce únicamente a los altibajos de su carrera y sus batallas médicas. Kilmer cultivó su lado más artístico en proyectos de pintura y en su fascinación por la figura de Mark Twain, a quien retrató en varias ocasiones en su espectáculo “Citizen Twain”. También estuvo muy involucrado en programas de teatro para jóvenes, convencido de que el arte puede transformar vidas.
A pesar de las polémicas y las dificultades, el recuerdo que deja es el de un actor intenso, capaz de meterse en la piel de personajes icónicos y de mostrarnos un poco de su propio espíritu inquieto en cada interpretación. El gran público pudo admirarlo en roles legendarios y controversiales, y hoy su legado se convierte en un testamento a la pasión que siempre lo movió.
Su fallecimiento marca el final de un capítulo en la historia del cine de acción y drama. Es un adiós que deja un sabor agridulce, pero también un tributo a la valentía de un intérprete que se atrevió a lidiar con demonios internos al mismo tiempo que entretenía a millones. Val Kilmer será recordado no solo por sus filmes más populares, sino por la huella emocional que imprimió en cada proyecto que tocó.