Eso sí, dejó claro que si la saga continúa, él no será quien se ponga al frente: “Espero que alguien lo cree por mí”, afirmó. Una declaración sorprendente viniendo de alguien tan celoso de su obra, que abre la puerta a que otro estudio, quizás bajo la supervisión de Kojima Productions, dé forma a la siguiente etapa del viaje.
Esta posibilidad genera un debate interesante: ¿sería capaz otro director de capturar el espíritu de Death Stranding, con su mezcla de aislamiento, conexiones humanas y paisajes posapocalípticos? O, por el contrario, ¿veríamos una visión más comercial y menos arriesgada sin la mano directa de Kojima?
Ahora, con esta confesión, parece que Kojima quiere cerrar un ciclo personal y dejar espacio a una nueva generación de creativos para expandir el universo que él mismo diseñó. Suena extraño imaginar un Death Stranding sin él, pero también es un experimento que podría darle frescura a la saga.
Al compararlo con otros héroes icónicos de los videojuegos, resulta evidente que Sam no está diseñado como un guerrero clásico, sino como un símbolo de resistencia y esperanza en un mundo roto. Esa diferencia lo coloca en un lugar único dentro del medio, del mismo modo que Solid Snake lo hizo en Metal Gear. Si alguien recoge el testigo de la saga, deberá mantener esa esencia intacta para que Death Stranding siga siendo una experiencia irrepetible.
Porque si algo ha demostrado el japonés, es que sabe cómo mantener a su comunidad expectante. Y con esta revelación, ha conseguido que millones de jugadores se pregunten: ¿quién será digno de continuar el extraño viaje del Strand?