¿Quién es Norgul, el último Rutling?
Aunque, desde el inicio de su andadura, el increíble Hulk le ha plantado cara a todo tipo de enemigos, que van desde humanos normales hasta los más variopintos villanos, actualmente tiene que vérselas con una gran cantidad de monstruos como la Primogénita Sally Barstow, de la que ya hablamos en su momento, al igual que hicimos con Jinni Dagaal, con Nephele, con Sumanguru y con Lycana. En este artículo nos centraremos en la especie Rutling en general y en Norgul en particular, el último de su raza.
Hemos conocido al superviviente de esta especie en la aventura The Skin of Charlie Tidwell, Part One, que vio la luz en el cómic The Incredible Hulk nº 22 (2025), por obra de Phillip Kennedy Johnson y Nic Klein, aunque no descubrimos que su nombre es Norgul hasta el siguiente ejemplar, que contiene la aventura The Skin of Charlie Tidwell, Part Two, a cargo del mismo equipo creativo. A continuación, reproducimos la portada del primer ejemplar citado al inicio de este párrafo.

Antes de la llegada del hombre, cuando los grandes árboles occidentales cubrían la tierra gracias a su altura y fortaleza, unas bestias ligeras de pies eran capaces de llegar hasta las montañas usando las ramas como medio de transporte y sin necesidad de tocar el suelo en ningún momento. Las raíces de estos árboles se inscrutaban en el suelo y la piedra para llegar a unirse con otras y formar una red de vida más vasta que la de cualquier civilización humana. Este era el hogar de los Rutlings.
Esta sociedad vivía de manera dócil y pacífica. Aunque eran bajos de estatura sus miembros eran bastante ágiles, de modo que la madriguera de un Rutling la podías encontrar entre las serpenteantes raíces de los grandes árboles, a los que oían cantar. A través de esas extrañas melodías, esta raza obtuvo su sabiduría.
Con el paso del tiempo, el hombre llegó a las tierras occidentales con sus armas y herramientas, además del truco del fuego. A ojos de un Rutling, se trataba de seres estúpidos y torpes que eran capaces de mostrar la crueldad incluso con sus propios congéneres, lo que parecía motivo más que suficientes para no prestarlos demasiada atención, ya que, en el caso de que sobrevivieran a los inviernos, acabarían por matarse unos a otros.
Sin embargo, los árboles, que sí que se dieron cuenta de la astucia rastrera, la ambición y el salvajismo del hombre, cuya población no hacía más que aumentar, comenzaron a disminuir su canto, que cada vez era menos audible, hasta el punto de quedarse en completo silencio.
La paz y la sabiduría que el canto de los árboles había transmitido a los Rutlings fueron olvidadas por esta especie, pero mientras que algunos se aferraron a las raíces, para quedarse también en silencio, otros fueron más alla y crearon nuevos hogares en cuevas o incluso en las sopa hirviente de las profunudidades. También hubo algunos que decidieron salir a la superficie para ver a los brutos humanos que habían causado el silencio de los árboles.
Al ver a los hombres derribar y quemar árboles para construirse refugios, la mansedumbre y timidez típicas de un Rutling unida a la satisfacción de vivir en su madriguera comiendo gusanos y restos de tierra y bebiendo de ríos subterráneos excavados con sus propias manos, se convirtió en odio, lo que los llevó a descubrir que la carne humana era lo más dulce que habían probado jamás.
A partir de entonces, se dedicaron a cazar a los hombres para, después de comérselos, colgar sus pieles de las ramas de los árboles con la intención de que la sangre de sus víctimas regaran sus raíces. A cambio, les solicitaban que volvieran a cantar, aunque con nulo éxito.
Dado que a los Rutlings les encantaba la carne humana, los hombres temían ir a los bosques por las noches, ya que eran muy conocidos los relatos sobre criaturas devoradoras que arrastraban al interior de la tierra a los viajeros espantados, así como los de banderas de carne humana colgando de las ramas de los árboles. La única solución que encontraron los hombres fue la de quemar grandes extensiones de bosques, acabando tanto con los árboles como con los Rutlings.

Los árboles que sustituyen, en la actualidad, a aquellos que fueron quemados por los hombres son diminutos, como una sombra de sus antepasados. Al igual que ellos, los Rutlings también han dejado de existir, con la excepción del tímido Norgul, al que podemos ver en la imagen que hay sobre estas líneas. Después de doscientos años observando a la raza de los hombres desde las ramas de los árboles silenciosos y con escasos recuerdos de la compañía de los de su raza, este Rulting deseaba ante todo tener un amigo.
No sabemos si Norgul está inspirado en el mundo de fantasía creado por J. R. R. Tolkien, pese a que su aspecto físico es parecido al de Gollum y su nombre suena bastante similar al de los Nazgul, pero de lo que no cabe ninguna dudad es de que la Primogénita buscará venganza por la muerte del último de los Rutling, al que Charlie Tidwell le arrancó la cabeza, ya que la joven, después de haberse convertido en una cambiapieles, tiene problemas para controlar sus instintos asesinos.


