El formato de los cómics, las llamativas viñetas con sus diálogos en globos llegan de forma directa al lector, quien se encontrará ante temas y mensajes, como la justicia penal, pergeñados por los grandes medios
La repetición de significados culturales en la narrativa de los cómics suele reforzar unas nociones determinadas de justicia, especialmente las filosofías punitivas de la retribución penal y la incapacitación, que los personajes de DC o los de Marvel, llevan a cabo en sus series.
Estas penas ejecutivas de la justicia penal en los cómics, suelen imponerse por justicieros y superhéroes representados como hombres blancos que defienden un estilo de vida norteamericano de forma nostálgica.
Los cómics con sus temas recurrentes de delito y castigo dan variables a los lectores para trabajar a través de dilemas morales que se plantean. Aunque a menudo los héroes se contienen, los gráficos violentos y las escenas de lucha extendidas a lo largo de las viñetas, tienen una resonancia emocional retributiva. Esto también se da en otros formatos, como las series televisivas, siendo Dexter un claro ejemplo de ello.
Este enfrentamiento es descrito apuntando que el castigo evoca un rango de emociones, desde el resentimiento que hace reaccionar a un sujeto indiferente, que siente la necesidad de que se haga algo para corregir la injusticia, hasta otro sentimiento más sádico de satisfacción al ver sufrir a otros por el daño producido por un poder punitivo.
El lector de cómics como transgresor
La lectura de los cómics es un modo de experimentar y expresar retribución y venganza, vivida de forma breve y contenida dentro del contexto de la fantasía. Por el contrario, esta violencia en el mundo real sería vista como mínimo inaceptable y, además, delictiva. De hecho, en el momento en que se lee el cómic, los lectores tienden a expresar un deseo emocional de enfrentarse violentamente contra los villanos e impartir su justicia penal.
Aunque los cómics de superhéroes constituyan per se una narrativa primaria de violencia, delito y justicia, su lectura ya constituiría una transgresión, porque los lectores ven en ella cómo la justicia penal está basada en la venganza y el castigo los satisface.
Los cómics contribuyen y reflejan un gran discurso popular sobre el delito y la justicia penal en los EE. UU. Dentro de las narrativas del cómic se desarrollan puntos ideológicos que normalmente representan el estilo americano de justicia apocalíptica. Se examina a los superhéroes mientras recorren el camino de la justicia operando fuera de las normas legales.
Aquí existe una administración extralegal de la justicia penal, los héroes calculan si merece llevarse a cabo una ejecución o no, del villano de turno. Los superhéroes están libres de ataduras y procedimientos legales, por lo que se mueven en un contexto diferente de justicia. Las decisiones sobre la culpabilidad o no del sujeto y su respuesta dependen de la naturaleza intrínseca del héroe.
Contexto y statu quo de los superhéroes
Los lectores juzgan las acciones de los superhéroes a través de las lentes de la justicia contextual, por ello estas serán aceptadas como legítimas o no, dependiendo del carácter del héroe, más que en la naturaleza del delito cometido por el infractor. Los cómics no suelen forjar una solución en base a la rehabilitación del infractor, sino que prefieren la incapacitación de este.
En general las principales editoriales de cómics refuerzan el statu quo social, como son los personajes de DC o los personajes de Marvel, mientras que las publicaciones independientes se muestran más desafiantes con el poder establecido y desatan cuestiones ideológicas que confronten el paradigma establecido.
La fórmula de los superhéroes principales afecta al contenido de estos, porque son personajes que han tenido una continuidad y su personalidad e historia ya están asumidas por los lectores como un canon. De este modo, no existen alternativas a la incapacitación de los villanos, salvo en contadas excepciones, normalmente en miniseries que no afecten a la continuidad principal.
Cuando se produce un nuevo comienzo del héroe, normalmente tras un acontecimiento que involucra a todos los héroes de la editorial en una historia común o “cruces” -crossover-, como puede ser Crisis en Tierras infinitas (aunque han sido varios los renacimientos), para los personajes de DC, suscita un reinicio de la franquicia, que borra todo lo anterior, manteniendo solamente unas características esenciales del héroe.
De este modo se trata de dotar de lógica a mundos/universos muy complejos, donde la multitud de personajes no permitía una continuidad lógica.
La representación de los héroes y de los villanos en los cómics es un producto de su contexto histórico y sociocultural, donde una gran cantidad del contenido está supervisado por las editoriales, más que por los propios creadores.
Después de la II Guerra Mundial, que hizo que la lucha de los superhéroes se dirigiese contra los enemigos externos como los nazis o los japoneses, las historias volvieron a ser criminales, mezclando historias de suspense con hechos reales.
El FBI bajo J. Edgar Hoover, al comienzo de la década de los años 30 del siglo pasado, vio la importancia de mostrar una imagen pública positiva de la agencia federal, por lo que permitió que se les retratase en la ficción, mostrándolos como heroicos luchadores del delito.
Una vez consultado con los especialistas de los medios de comunicación, se publicaron tiras basadas en historias reales del FBI titulada “War on Crime”, donde los agentes federales se mostraban como modelos morales y reforzaban a los lectores la premisa que el crimen no compensa.
Spiderman, el Comics Code y el peligro de las drogas
En 1971 el gobierno de los EE. UU. A través del Departamento de Salud, Educación y Bienestar, contactó con el editor de Marvel Stan Lee, para que mostrarse el problema de las drogas al gran público, escribiendo una historia que condenase el consumo de drogas, a través de un superhéroe reconocido y respetado como Spiderman. En ese momento el Comics Code no permitía historias de drogas, so pena de ser censurado, pero se hizo la vista gorda y la historia fue publicada por Marvel: El Asombroso Spiderman: El peligro de las drogas.
En esa historia se mostró que las drogas convertían al usuario en una víctima que le hacía descender hacia los infiernos en una espiral sin freno, que afectaba a todos los estratos sociales y razas sin distinción en la ciudad de Nueva York. La historia comienza cuando Spiderman rescata a un joven que está en una azotea bajo los efectos de la droga, expresando que puede volar como los pájaros.
Posteriormente, ya como Peter Parker, el protagonista constata que no solamente las drogas afectan a las clases bajas, porque su amigo Harry Osborn es otra víctima de ellas. Harry empieza a tomar diferentes pastillas después de tener problemas con su pareja, que le llevan a sufrir alucinaciones y depender de ellas. Al ir a comprar drogas a un camello, le dice a éste que no está enganchado, que será la última vez que compre drogas, respondiendo el vendedor con sorna que todos lo dicen.
Mientras trata de salvar a su amigo, Spiderman tiene que vérselas con el padre de éste en su faceta como el Duende Verde, quien solamente desea destruir al hombre araña. En este contexto, el cómic salió al mercado sin el sello de aprobación del Comics Code.
El éxito de esta historia empujó a un cambio en el Comics Code, que aceptó actualizarse al mundo que lo rodeaba, pero no se modificó en lo relativo a las fuerzas del orden y la justicia, porque continuó prohibiendo que se mostrasen de forma que se perdiese la confianza en ellos.
Spiderman también fue pionero en mostrar la muerte de un protagonista en las historias, como fue el asesinato de Gwen Stacy, la novia de Peter Parker, por el Duende Verde. Cuando el villano arroja a Gwen desde lo alto de uno de los puentes de Nueva York, Spiderman consigue atraparla antes de llegar al suelo, pero constata que su acción ha sido en vano, puesto que su novia ya ha fallecido.
La propia acción en las viñetas hace dudar al lector si la muerte se ha producido por la caída o por la interceptación del héroe con su telaraña. Hoy en día este hecho no sorprende a ningún lector, porque numerosos superhéroes han fallecido en los cómics, pero en la década de los setenta del siglo XX fue un punto de inflexión muy importante y, para algunos, el final de la inocencia en los cómics. Este arco argumental fue el pistoletazo de salida al realismo en los cómics de superhéroes, que había sido censurado por el Comics Code.
El resurgimiento de la Patrulla X –X-Men para los más jóvenes- en 1975 introdujo en los cómics mensajes de tolerancia e integración de las minorías, con unos superhéroes de orígenes en varios países. En 1969 dentro de la colección del Capitán América (#117) Marvel presentó al Halcón –Falcon–, como un superhéroe con un pasado criminal hasta que se alió con el super soldado, pasando a ser el protector del Harlem neoyorquino.
En la década de los setenta también apareció el primer héroe africano de Marvel: T’challa/Pantera Negra –Black Panther-, del país ficticio de Wakanda.
En 1972 Marvel publicó su primera colección de un superhéroe negro, Luke Cage: Hero for Hire. En este cómic Cage fue encerrado por un delito de drogas que no había cometido, para poder optar a la libertad condicional, Cage aceptó participar en un experimento químico. Durante el experimento algo se tuerce y Cage obtiene el poder de la super fuerza, con lo que consigue escapar de la prisión y, una vez fuera, ofrece sus servicios como héroe de alquiler.
